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11/11/16

EN EL MACVAL

http://www.macval.fr/francais/evenements/archives-113/2016/article/soustraire-6067

http://eligonzalezaouniheap.blogspot.fr







Publicado por Betaoun

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ELIZABETH GONZALEZ AOUN o ELI, Nace en Caracas. Luego de finalizar sus estudios en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV incursiona en las actividades de la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas mientras paralelamente se desempeña como restauradora del patrimonio arquitectónico de la Biblioteca Nacional. Después de pasar varias estadías en Francia, regresa a Caracas y realiza la escuela de Artes Graficas CEGRA lo que le permite luego integrarse al equipo del Taller de Artistas Gráficos Asociados TAGA. Una nueva estadía en Paris (1998-2004) la introduce en los talleres del Museo del Louvre para conocer el mundo del vitral y del fresco, sus aplicaciones en la arquitectura y su desarrollo como entidades individuales
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EL JARDIN

El otro día vi un jardín

en el que había toda suerte

de plantas curiosas, tales como

la fidelidad, que, como es sabido,

no crece precisamente en todas partes.

Había también una fila de virtudes

de colores, como el empeño, y sabe

Dios que mas. En una esquina

estaba la paciencia inagotable,

un árbol nudoso y robusto,

seguramente estimable de suyo

en grado sumo. Seguí mirando,

allí crecía el animo, siempre verde,

y justo al lado ese amor

inmarchitable, y esa

esperanza que no envejece. Luego vi

la fe alegre e inviolada,

y, tan escondidas que apenas

si se las veía, las mas encantadoras ideas.

la perseverancia y la modestia

florecían para mi no poca

sorpresa con cierta abundancia, aunque

¿que pretende decirnos el autor con este

singular jardín ? ¿Que entiende por ello ?

¿Piensa acaso en el cultivo

de la nobleza por parte del hombre ?

Robert Walser

(1878-1956)

FRONDAS DE EL ESTIO Fania Petzoldt

“…Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe “escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas, predican, indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida.
Un árbol dice: en mi se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre eterna, única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corteza. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares…”

Herman Hesse

Después de exhibir flores iluminadas, y sumergirse luego en “Bosques Personales” revelando paraísos tropicales herméticos, infinitos, transparentes, Elizabeth prosigue su búsqueda jugando con la luz, las formas, los colores… Experimenta con el lenguaje de los árboles proyectando sus dimensiones en el horizonte celestial ilimitado.

Un pedacito de fronda tropical para cada quien, escogido a su gusto, del tamaño de nuestra sensibilidad, el fragmento que más nos inspire, él que nos habla, nos conmueve o nos hace soñar, es la intención que florece en esta prodigiosa muestra de Elizabeth González.

Su originalidad reside en el ineludible y vital llamado a adentrarnos en una naturaleza pródiga, a invocar una interacción dictada por el espíritu y la esencia de los árboles: nuestra esencia misma! Con razón los Yanomamis escuchan respetuosamente el canto de los árboles que devienen en inagotables palabras que recogen en canastos para perpetuar la conciencia de sus ancestros.

La creatividad de la artista nos invita a llenarnos del canto de la selva, con árboles exuberantes que cantan sus colores, susurran amor, vibran de luz, silban melodías de todos los tiempos, pero que también saben crear nexos en silencio…

Su canto proyecta estados de ánimo, es magia tentadora que contiene sabias advertencias, exhortaciones a una preservación fundamental, sentimientos que atrapados en marcos virtuales podemos trasladar a recintos más íntimos y convivir con ellos.

Fania Petzoldt

LOS ARBOLES

LOS ARBOLES

Eugenio Montejo

Hablan poco los árboles, se sabe.

Pasan la vida entera meditando

Y moviendo sus ramas.

Basta mirarlos en otoño

Cuando se juntan en los parques:

Sólo conversan los mas viejos,

Los que reparten las nubes y los pájaros, Pero su voz se pierde entre las hojas Y muy poco nos llega, casi nada.

Es difícil llenar un breve libro

Con pensamientos de árboles.

Todo en ellos es vago, fragmentario.

Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito

De un tordo negro, ya en camino a casa,

Grito final de quien no aguarda otro verano, Comprendí que en su voz hablaba un árbol, Uno de tantos, Pero no sé que hacer con ese grito, No sé cómo anotarlo

Poema de Eugenio Montejo

ILUMINACIONES Jose Balza

Para San Juan de la Cruz cada flor es imagen de la perfección espiritual; para Novalis, el símbolo de la infancia y de la edad edénica. En el taoismo, la floración es el resultado de una alquimia interior, la unión de esencia y soplo, de agua y fuego. Entre los Mayas la flor es el signo de la fornicación; entre los aztecas, aparte de ser ofrenda para los hombres y los dioses, representa las fases de la historia cósmica.

Una artista como Elizabeth González, sin ser completamente consciente de todo eso, lo intuye o lo sabe, lo evoca y lo aplica, como podemos sentir en sus cuadros. Y, además, establece una variación, un complemento para tales concepciones: la flor para ella es una manera de reconocerse a sí misma, de buscar en formas externas, de leer en las cayenas, las calas, la flor de baile y las orquídeas significaciones que sólo a ella pertenecen.

Dicho de otro modo: Elizabeth se retrata de muchas maneras indirectas en las flores de sus acrílicos y pasteles. Y al hacerlo, por contiguidad, por el simple hecho de permitirnos verlas, también nos convierte en parte de esas imágenes. ¿La flor se retrata en la artista y ésta nos implica por su condición de espejo?

No podemos ignorar el riesgo que implica pintar flores hoy. No sólo por la casi infinita secuencia que tal cosa cumplió en la tradición del Oriente, en el arte occidental y, realmente, en todas las culturas y las religiones, sino porque el acto mismo de pintar parece obliterado en estas décadas.

Con agudeza, Ida Gramcko escribía hacia 1984, al ver el trabajo de Elizabeth González, que aun siendo creaturas de nuestro momento, podemos atravesar los tiempos. Y Elizabeth está dotada de manera singular para lograrlo: su ceñida formación como arquitecta le otorga percepción y capacidad para manejar los espacios dentro del espacio pictórico; su admirable destreza como dibujante le facilita flexibles apropiaciones de los temas, cuyos ritmos liberan un raro equilibrio entre lo concreto y la subjetividad; su sensibilidad colorística parece no tener límites, aunque uno de sus ejes cromáticos sea el rojo. Hace más de veinte años, María Elena Ramos vislumbró mucho de lo que hoy podemos contemplar. Destacaba Ramos el interés de Elizabeth por “los centros y las profundidades. Está allí lo que pulsa, tensa y ahonda”.

Rasgo que formaría parte del lenguaje de la artista y que en el 2006 Perán Erminy reconoce como “estructura propia del abismo”.

Ahora estamos ante su trabajo más reciente. El formato amplio, en el que se mueve con naturalidad, para los acrílicos. Flores que se ajustan al minucioso cuidado del ojo y que, sin embargo (o por eso) ejecutan una inesperada cabriola ante nosotros: se mueven hacia otra posibilidad de sus formas y nos dejan un in/cierto sabor que fascina. Flores hechas de piel, de besos, de luz nocturna. Y cuyo misterio reposa en la sabia pincelada que desaparece.

El formato mediano para los pasteles, en los que el pigmento responde por sí mismo pero también acoge intervenciones de agua, de los dedos, hasta producir inesperados efectos táctiles y de volumen.

En todas las obras, no obstante el esplendor de los primeros planos y las “formas efusivas” que allí encuentra Perán Erminy, algo arrastra hacia lo que ahonda, hacia lo abisal: no el fondo de ricos matices, sino la iluminación misma de las flores, que flotan para separarse de ese poderoso llamado, ya comprendido en ellas.

Factor expresivo que tal vez se relacione con la sensualidad estallante de imagen y color, sintetizada en esos títulos de obras con nombres o frases de boleros, por donde asoma la dicha, pero también una secreta melancolía y la soledad.-

JOSE BALZA

ESE BLILLANTE OBJETO DEL DESEO Daniel Louvet

ESE BRILLANTE OBJETO DEL DESEO

« Dejando de ser yo, dejando de ser usted, la sonrisa persistente

es una sonrisa imparcial detenida sobre las cosas »

Jean Genet

Después de todo, recordemos una evidencia: por qué el deseo siempre ha de ser discreto, secreto, disimulado? Sujeto a complicaciones, bloqueos, repeticiones? Por qué no aceptar la fuerza luminosa de su evidencia?

Saltarina, Levitación rosa, Nocturna al infinito… Danza, ligereza, infracturable esencia de la noche… Variaciones nocturnas al infinito. Movimiento ascendente sin fin. Un fin en si que no es la representación.

La pintura es un espacio de revelación. No es promesa de una vida revelada. Es su realización inmediata, concreta, sensible.

La bailarina se desvanece en el acto que realiza: toma posesión del lienzo para fundirse en un espacio sin referencia que se materializa a nuestra mirada.

El cuerpo da paso al canto.

Llantos de luna, Lagrimas negras, Delirio, Corazón loco, Nosotros…Boleros…música « popular » y pintura « erudita » alegría y tristeza, todo se entrelaza y se responde en un eco. Sin paradoja. El Arte sobrepasa la cultura y la jerarquía de valores que ésta representa en un momento dado.

Por fin liberado del rígido libreto, la ópera al fin.

Azul blanco luminosos de Llantos de Luna, pero ¿para cual extraña Anunciación? La orquídea se abre a una metamorfosis con rostro de primate, el rostro del primate en sexo femenino. Humor, distancia, ironía. El Origen del mundo es un hamadryas con los colores de la virgen.

Hombre? Espectador? Usted? Yo? Animal místico.

Diagonal tensión. Ausencia de rostro en Lágrimas negras. Blanco sucio, rosado violento. Movimientos de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba... La identidad desaparece: se funde en el empeño que el pintor pone en el lienzo. Cada partícula del espacio evoca la mano, el gesto, el trazo del que está comprometido por la pintura en su cuerpo y en su alma.

Cuerpo glorioso y sensual de los pintores

Amarillo y violeta. Rojo y azul. Gama de sensaciones. Delirio. Amarillo luminoso colocado en un estuche que no resguarda. La mirada penetra el fondo de la obra con el fin de alcanzar ese punto incandescente, cuyo amarillo no es sino la proyección. Pues no hay disimulo, ni secreto alguno. El supuesto enigma no es tal sino un alejamiento. Nada impide que la mirada penetre mas allá de la apariencia, nada inhibe la sensación.

Esplendor, agilidad, sutileza, sensualidad.

Blanco rojo irrigado de sangre. Corazón que late. Corazón loco. El espacio se tuerce, se contrae. Blanco traslúcido revela un amarillo luminoso. La flor despliega su corola, se ofrece en su superficie a la mirada, elude la razón para dar paso a otra razón. Musical. Armónica. Complementariedad de colores y sonidos. El ojo escucha.

Pensamiento, presencia, palabra.

Cálido colorido de otoño europeo. Naranja negro amarillo. El espacio se curvea, impasible. Les feuilles mortes. Un título francés. Una historia de amor, de separación. Memoria de cuerpos. Eternidad del deseo. ¿Por qué el deseo tendría que morir? Lo que alguna vez tuvo lugar, resuena para siempre por los siglos de los siglos.

Permanente, real, en acto.

Nosotros. Tríptico. Sexo. Corazón. Espíritu. En el fondo del lienzo, un rostro emblemático reaparece enigmático. Rostro velado azul verde. Que la historia se reintroduzca en la trama pictórica no es un problema. ¿Tristeza? ¿Alegría? En qué insiste el cuadro? Uno de los tres corazones suspendidos parece no querer seguir el mismo movimiento de los otros. Corazón que late. Corazón loco. Delirio.

¿En una palabra?

El deseo y la fe son una sola y misma energía. Rojo de tensión. Rojotensión. ¿Pérdida? ¿Tiempo perdido? ¿Carencia? “Sufrir es una debilidad, cuando se puede evitar y dedicarse a hacer algo mejor.” La pintura no es de este mundo. Su único horizonte es ese espacio vertical que se proyecta fuera del cuadro.

Resurrección.

Daniel Louvet

Traducido del francés por Fania Aoun

EL OBSCURO OBJETO DEL DESEO Peran Ermini

“El OBSCURO OBJETO DEL DESEO’

Peran Ermini.

Es “el obscuro objeto del deseo” entendido en el sentido de Lacan y de Buñuelo, lo que sentimos asomarse en estas seductoras flores de Elizabeth González, con las cuales la artista reaparece públicamente en la pintura.

Hace unos treinta anos, cuando se iniciaba en el arte, sus pinturas eran rechazadas en el Salón Michelena, junto a las de otras jóvenes artistas, por ser todas demasiado eróticas (las obras, tal vez no las artistas).

Hasta que los jurados terminaron por darse cuenta que esas obras rechazadas eran mejores que las premiadas, y tuvieron que admitirlas y ofrecerles algún reconocimiento. A partir de ese momento las pinturas de esas muchachas comenzaron a perder su violencia disruptiva y sexualmente transgresora, que era precisamente lo mejor que tenían. El relevo lo tomaron entonces, con igual suerte los artistas gays, por poco tiempo.

Ahora Elizabeth González vuelve a mostrar sus pinturas, que traen las mismas motivaciones eróticas iniciales, pero sin el tema perturbador del acto amoroso. Esta vezse trata de flores. Para el sentido común no hay nada mas inocente y puro que las flores. Pero E.G. sabe que no es cierto y lo demuestra en sus pinturas. No es que a sus flores las conviertan en las “Flores del mal”, sino que el mal deja de serlo en este caso, porque la sexualidad, según las predicas de San Francisco de Asís, es divina y no satánica.

Su esencia la expresa la flor, como órgano de la sexualidad del reino vegetal y como emblema universal dela fecundidad.

El irresistible encanto de la flor nos hace perder la razón y nos arrastra a lo mas hondo del amor. Es por ello el regalo perfecto para la mujer deseada. Así lo entendió el rey Salomón al ofrecerlo a su amada sunamita

Antes de detonar el explosivo que lo hará volar despedazado, el joven fanático imagina el paraíso inminente que lo espera. ! Allí están las mujeres con sus pétalos abiertos.!

De otro modo, contrario a todo terrorismo, el Festival “A tempo” dedicado a las manifestacio0nes más avanzadas de la música contemporánea, nos ofrece, en forma paralela a sus programaciones, como Puente de asociación ínter artística, esta bella exposición de pinturas de Elizabeth González, de flores que exaltan a Eros, como fuente de la vida y de la creación. Es decir, exaltan en sus formas efusivas la erotiicidad y la sacralidad de su discurso expresivo.

Disccurso que posee, en su infinitud, la estructura propia del abismo, del vértigo existencial, con todas las oscuridades y, sobre todo, todos los floreceres.

La identidad de esta pintura no es una identidad nacional ni regional, sino libidinal. Es una pintura íntimamente erotizada y entrañable. No esta sujeta a la lucha de clases, ni depende de la historia. Mas bien nos sustrae de este tiempo sembrado de Odios.

Peran Ermini.

Para LAS REDES DE LA CREACION. Espacio Cultural Corpbanca, Caracas

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